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MERCADOS DE APLICACIÓN
Los clientes del Grupo Tournaire operan en mercados que exigen los más altos estándares de calidad.
El proceso de fabricación de botellas de aluminio es una compleja mezcla de ingeniería, metalurgia y precisión. Está diseñado para garantizar que las botellas cumplan las normas de calidad más exigentes y ofrezcan una protección óptima de los materiales sensibles que contienen.
Descubra cómo se fabrica una botella de aluminio para almacenar sustancias delicadas.
Para diseñar una botella fuerte y resistente, el primer paso es el corte del aluminio. Este material se presenta en forma de planchas, fabricadas a partir de aleaciones específicas de aluminio y laminadas al grosor requerido. El primer paso del proceso consiste en cortar estas chapas en formas rectangulares, correspondientes al tamaño de la botella de aluminio que se va a fabricar. Para ello se utilizan cizallas o técnicas de corte por láser para obtener la máxima precisión.
Una vez cortadas, las hojas se introducen en la máquina, que les da su forma de envase industrial. Se suelen utilizar dos métodos principalmente: la estampación y el moldeo por soplado. En el proceso de estampación, una prensa hidráulica ejerce una presión considerable sobre la chapa, forzándola a adoptar la forma de la botella, incluidos la base y el cuello. En el proceso de moldeo por soplado, la lámina se calienta y luego se presiona contra un molde, creando la forma deseada. La elección entre estos métodos depende del diseño específico de la botella y de los requisitos de producción.
Una vez obtenida la forma básica de la botella, se sueldan los bordes para crear un cierre hermético. La soldadura puede realizarse mediante diversas técnicas, como la soldadura por resistencia, la soldadura por láser o la soldadura por fricción. El objetivo principal es garantizar la estanqueidad de la botella para evitar cualquier contaminación del material contenido en su interior. En función de sus necesidades, las botellas de aluminio también pueden recubrirse con materiales protectores para mejorar sus propiedades. Por ejemplo, puede aplicarse un revestimiento interior para evitar la reacción entre el contenido de la botella y el propio aluminio. Los revestimientos externos pueden añadirse por razones estéticas o para proporcionar una capa adicional de protección contra la corrosión.
A lo largo de todo el proceso de fabricación se llevan a cabo estrictos controles de calidad para garantizar el cumplimiento de todas las normas y especificaciones. Se realizan pruebas rutinarias de resistencia, estanqueidad y calibrado para garantizar que cada botella cumple los requisitos de calidad.
Como material de envasado, el aluminio tiene una serie de propiedades técnicas que lo convierten en una opción valiosa para conservar sustancias delicadas. En primer lugar, su ligereza lo convierte en un material ideal para reducir los costes de envío, al tiempo que conserva la resistencia necesaria para proteger el contenido de las botellas. Además, el aluminio no es tóxico, lo que significa que no reacciona químicamente con la mayoría de las sustancias que contiene, evitando así cualquier contaminación del producto.
El aluminio también es extraordinariamente resistente a la corrosión. No se oxida como el acero, lo que permite utilizar botellas de aluminio para almacenar productos sensibles a la humedad, el oxígeno u otros elementos corrosivos. Además, un bidón industrial de aluminio puede cerrarse herméticamente con accesorios para impedir la entrada de aire o contaminantes externos, algo esencial para la conservación de sustancias sensibles.
Otra gran ventaja del aluminio es su capacidad de reciclaje. Puede reciclarse varias veces sin perder sus propiedades, lo que reduce el impacto ambiental de su producción y eliminación.
En resumen, el aluminio ofrece una combinación única de ligereza, resistencia a la corrosión, no toxicidad y reciclabilidad, lo que lo convierte en una opción excepcional para conservar sustancias delicadas en botellas.